domingo, 15 de noviembre de 2009

¿El trabajo de Dios o compra de indulgencias?

Publica el New York Times del 12 de noviembre un artículo sobre la declaración de donaciones para efectos fiscales de Goldman Sachs y entre otras cosas comenta sobre sus actividades por el bien de la sociedad (In Charity Tax Filling, A glimpse of Goldman, Geraldine Fabrikant).

Menciona que en una entrevista con el Times de Londres, el Consejero Delegado dice que hacen el “trabajo de Dios” cuando “ayudan a las empresas a obtener capital”. ¿Es eso es trabajo de Dios o es sencillamente el negocio de Goldman Sachs? ¿O será que Goldman Sachs es Dios? ¡Por Dios!

En muchas conversaciones con ejecutivos escucho que su responsabilidad es asegurar la sostenibilidad financiera de la empresa, producir bienes y servicios que la sociedad demanda, crear empleos, pagar impuestos y no hacer daño. Lo demás es responsabilidad de los gobiernos y de la sociedad. ¿Basta con esto, o es esto sencillamente parte del hacer negocios? Hay maneras y maneras.

Si en Goldman Sachs, además de rentables fueran responsables, se preocuparían de que las empresas que apoyan a obtener capital lo usaran de forma social y ambientalmente responsable, con transparencia. Ayudarían a empresas pequeñas y medianas, que no pueden cubrir sus elevadas tarifas, a obtener financiamiento, o en sus planes de capitalización de las grandes incluirían apoyos para las pequeñas, y medianas, por ejemplo. Pero si hicieren esto a lo mejor sus bonificaciones serían menores.

Durante 2009 Goldman Sachs espera repartir la friolera de US$23.000 millones en bonificaciones, que como otro articulista menciona, podrían pagar toda la carrera de 115.000 estudiantes en Harvard!!! Ello representa un promedio de ¡!US$740.000 por empleado!!. Lo cual es una buena tajada y más si se tiene en cuenta que el promedio incluye a TODOS los empleados, incluyendo al portero. Es cierto que los sueldos toman en cuenta que las bonificaciones son elevadas, pero los incentivos para el empleado de ambas partes de la compensación son muy diferentes.

Pero para “compensar” hacen donaciones caritativas. En los últimos diez años han “donado” casi US$1.000 millones, o sea unos US$100 millones anuales. Más de la mitad de esto han sido aportes a su propia Fundación, la cual, según las regulaciones de Estados Unidos, debe donar anualmente no menos del 5% de su patrimonio para poder transmitir la deducción fiscal a sus donantes. Como su patrimonio es del orden de US$400 millones, de esto debe donar por lo menos US$20 millones anuales, que es lo que hacen. Si sus otras donaciones anuales y el 5% del patrimonio de la Fundación fueran directamente a la sociedad, Goldman estaría donando unos US$70 millones anuales.

No queremos decir que Goldman tiene obligación alguna de donar nada, pero aparentar que “compensan” unas bonificaciones de US$23.000 millones con donaciones de US$70 millones (0.3%), o sea, el bono promedio de menos de 100 de sus 31.000 empleados, es un insulto a la sociedad. Pero lo que es peor, las donaciones son con el dinero de los accionistas y del fisco. Con US$100 millones en donaciones estimo que deben reducir sus impuestos en unos US$40 millones, o sea que sus donaciones anuales de US$70 millones son mayormente donaciones con dinero de los contribuyentes y en parte de los accionistas.

No creemos que el problema se resuelva con restricciones al pago de sueldos y bonificaciones en empresas netamente privadas. En este caso algo han modificado las bonificaciones ya que parte son pagadas en acciones y opciones de compra de más acciones, lo que en principio tiene mayor relación con el futuro rendimiento de la empresa. Pero estas bonificaciones no constituyen incentivo alguno a las prácticas responsables, todo lo contrario, pone a los beneficios como fin único de la empresa en la mente de los empleados.

Cada quién es libre de hacer con su dinero lo que quiera. No voy a discutir si se merecen los bonos o no. Goldman Sachs usó dinero público durante la crisis, pero ya lo devolvió, posiblemente para escapar de las restricciones a las bonificaciones. Pero, presumiblemente, si los contribuyentes no los hubieran apoyado, otras serían las bonificaciones. Estas bonificaciones son legales, pero es muy dudoso si son éticas o morales pero definitivamente no son equitativas. Hay maneras y maneras.

Esta estrategia no parece ser ni responsable y definitivamente no es solidaria. Como estrategia reputacional deja mucho que desear. Su Consejero Delegado alega que se lo merecen ya que sus empleados son de los más productivos del mundo y los que más trabajan (según la empresa un promedio de 60-70 horas a la semana).

¿Qué podemos hacer las partes interesadas ante una situación como esta? Como mínimo, sus accionistas deberían tratar de balancear la situación. Pero si protestan, a lo mejor baja el precio de sus acciones. Los clientes podrían tratar de obtener mejores precios. Pero, ¿es ésta una industria realmente competitiva? No creo que los empleados y directivos tengan mucho interés en cambiar la situación. Quedan los gobiernos, los medios y la sociedad civil. Espero que esta situación invite a la reflexión a muchas de estas partes y sigamos poniendo presión, aunque su efectividad solo se vea a largo plazo.

Pero, ¿es esto un problema sólo en países más desarrollados? NO, ocurre, aunque obviamente en menor escala, en Iberoamérica. No somos inmunes a utilizar donaciones para desviar la atención de prácticas irresponsables y de omisiones o deficiencias en contribuciones positivas.

Aunque este caso pueda ser un caso muy extremo, la práctica general es relativamente común y esto puede ser un detonante para que se revisen estas prácticas. Son muchas las multinacionales y algunas nacionales que se esconden detrás de alguna práctica responsable, algunas donaciones y la utilización de fundaciones, todas ellas bien publicitadas, para compensar por las prácticas irresponsables y las omisiones. Esperemos que las demás empresas aprendan de esto.

Pero, no faltarán las empresas que al ver esto tratarán de aumentar sus presupuestos para la gestión de la reputación y sus donaciones filantrópicas. ¡Qué pena! Ojala los medios en Iberoamérica fueran tan proactivos como lo son, en estos casos, en Estados Unidos y el Reino Unido.

¿El trabajo de Dios o compra de indulgencias?

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